La madre de Ling Ling le halló inconsciente en la puerta de casa. Se considera a Ming Ming un niño muy afortunado.
Ming Ming no dejaba de llorar por la sequía. A la mañana siguiente, ésta desapareció por completo y crecieron los sembrados.
A veces le gusta salir al campo a relajarse. Allí se tumba e imagina conversaciones con las plantas.